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Mostrando entradas de mayo, 2020

QUE POR MAYO ERA, POR MAYO

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El blanco es un color precioso. Como la leche calentita con galletas, como el color del pelo de mi perra o como los cirros y cumulonimbos que atraviesa Superman cuando vuela. También es un fastidio vestir de blanco, es cargar todo el día con el miedo de mancharte con algo, y el miedo exige responsabilidades. Podría cerrar los ojos y ponerme el pijama sin dificultad. Después de 35 años haciéndolo todos los días podría abrir la tercera taquilla de la fila del medio empezando por el lado de la puerta, guiar mis manos hacia el fondo y reconocerlo por la textura de la tela —suave pero fuerte-. Meter primero la pierna derecha, la izquierda después y acomodar la elástica en el mismo punto exacto de la cintura que todos los días. Finalmente, en uno o quizás dos movimientos, encajarme la parte de arriba y colgarme al cuello la cinta con la tarjeta que lleva mi nombre y una foto algo antigua. En esa foto aun tenía el pelo menos cano y la mirada no me hacía tantos surcos al sonreír. Como un

LA COMPRA

Finjo un encuentro casual cuando se detiene frente a los pescados. Se coloca las lentes y escruta uno por uno los ojos de los peces que miran al techo dispuestos entre el hielo del estante, porque el ojo –dice siempre- es lo único fiable para saber si el pescado está fresco. Aprovecho la operación que le lleva unos minutos para colocarme a su altura y saludarla desde este metro y medio de distancia obligatorio. Es mi madre quien secretamente me obliga a llevar a cabo este ejercicio teatral de protección ante el empeño de mi abuela en venir ella sola al supermercado. No se alegra por verme, tuerce el gesto y propone que la próxima vez sea mi madre la que acuda a hacer el papel de detective. No puedo sino levantar los hombros mitad rendida, mitad de acuerdo. «¡ Ay Maruxiña!, creí que te había enseñado mejor a desacatar » me dice mitad con sorna, mitad con indulgencia y me hace sentir avergonzada aunque sé que de alguna manera obrará su venganza. Mi abuela a mí siempre me trató como